viernes, 11 de julio de 2008

Nota que escribí para Taller


Fuente: www.proinversion.gob.pe

Rubén tiene 21 años y está estudiando en la ORT la carrera de productor musical. Es uno de los tantos jóvenes que trabaja en un call center, sin embargo, estos adolescentes padecen enfermedades por las condiciones de trabajo a las que están expuestos.

De acuerdo al libro “¿Quién habla? Lucha y explotación del alma en los call centers”, en la Argentina hay más de 50.000 jóvenes trabajando en este tipo de lugares que son centros de atención donde agentes o ejecutivos, realizan y reciben llamadas desde y/o hasta: clientes, socios comerciales, compañías asociadas u otros (según wikipedia).

Hace más de un año, Rubén se anotó para trabajar en este lugar para mantener todos sus gastos por su estudio, sus clases de canto y los tres ensayos con su grupo musical, donde él es el guitarrista.

Según una noticia que salió publicada en Infobae (10-10-2007) “el gran porcentaje de la gente que trabaja en estos sitios está integrado por jóvenes de entre 18 y 30 años, que son estudiantes universitarios que recién ingresan en el mercado laboral y que, para mantener sus carreras, buscan empleos de pocas horas que les permitan estudiar”.

Los turnos son de cuatro, de seis y hasta ocho horas, debido a que es considerado “insalubre” por los Trabajadores Telefónicos de Buenos Aires (FOETRA), institución que representa a los empleados de este sector. El joven resume lo que realiza allí: “Tengo que atender el teléfono como si estuviera en los Estados Unidos. No puedo estar más de seis horas porque es un trabajo considerado estresante” y por lo tanto, los jóvenes terminan renunciando. Según el Ministerio de Trabajo, “más de la mitad de los motivos de desvinculación es por decisión del trabajador”. La gran mayoría de los que se van no quieren volver.

Por eso y a pesar de que el negocio crece año a año ya que en este se generaron 10.000 puestos de trabajo, el problema para las empresas es “la escasez de jóvenes que quieran incorporarse al sector por el estrés que genera” según explicó la actual gerente de Marketing de Mitrol, Valeria Pérez Silveira.

A fines del 2004, un grupo de personas comenzó a reunirse porque tenía la necesidad de informar y concientizar a compañeros sobre las condiciones precarias en las que trabajaban (y trabajan) los impulsó a comenzar a realizar los boletines y al año siguiente, “sorteando la clandestinidad” llegaron a Internet (www.teleperforados.com).

Los empleados terminan sufriendo el estrés crónico, la ansiedad generalizada, el agotamiento emocional, el cansancio extremo, y hasta cuadros depresivos y además es normal que padezcan trastornos del sueño, tensión muscular, úlceras y desórdenes gástricos psicológicos, entre otras.